lunes, 21 de diciembre de 2009

POR UN MEJOR 2010

Por Rodrigo Huerta Pegueros*
Estamos llegando al final de este terrible año del 2009 y al hacer un recuento de lo sucedido no tenemos mas que sentirnos afortunados de estar todavía respirando. La violencia fue el distintivo de estos doce meses que hemos vivido. Aunado a ella y no menos doloroso ha sido la considerable baja en el ritmo de producción, lo que provocó el cierre de fuentes de trabajo y pérdidas de empleos, lo que trajo aparejado el incremento de la delincuencia común y la inseguridad pública.
No pocos personajes de la vida política, económica, cultural, educativa y científica del país han expresado su preocupación por la situación imperante y han coincidido en la idea de que si no se opera en consecuencia y se da viabilidad a la nación, podríamos estar en el umbral de un estallido social de proporciones incalculables.
Sin embargo, existen otras voces que apuntan en sentido contrario y afirman que si México ha sufrido un descalabro en sus finanzas nacionales no es por culpa de las autoridades federales sino porque el crack financiero internacional del 2008 nos afectó mas que a otras naciones de nuestro continente por la cercanía que tenemos con los Estados Unidos y porque es este país con el que mantenemos nuestras principales relaciones comerciales.
Con esto, se trata de explicar que el ‘catarrito’ que nos afecto, según el doctor Agustín Cartens, entonces Secretario de Hacienda del gobierno federal, se haya convertido en una neumonía que nos postró al borde del colapso y que provocó una crisis económica parecida a la que vivimos en el no tan lejano año de 1994 cuando se registró el histórico ‘error de Diciembre’ y que sirvió para templar el carácter y la operatividad del entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León.
Hace exactamente quince años, miles de mexicanos perdieron no solo sus empleos sino, lo que es mas triste, los ahorros de toda su vida, bienes muebles e inmuebles y algunos, hasta se quitaron la vida, vía el suicidio.
Contrario a lo ocurrido en esas fechas no tan lejanas, hoy tenemos otro rostro del México de principio de siglo XXI.
Debemos recordar que en el año 2000, nos despertamos con un nuevo gobierno emanado de las filas del partido conservador (PAN) y encabezado por el empresario guanajuatense, Vicente Fox Quesada, quien en lugar de llevar a buen puerto el demandado cambio político y social en el país, se dedicó a confrontar a los partidos político y a los miembros y dirigentes del Congreso de la Unión, lo que nulificó las aspiraciones de realizar las reformas que urgían y urgen todavía al país.
El primer sexenio panista resultó todo un fiasco y su triunfo electoral en el año 2006 se debió más, al pésimo trabajo realizado por las fuerzas políticas de izquierda para con su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador. Por otro lado, influyó y mucho, las operaciones que se hicieron desde el poder presidencial para abonarle votos al candidato presidencial, Felipe Calderón Hinojosa, sin olvidarnos de los errores cometidos por quienes operaron a favor del candidato del PRI, Roberto Madrazo Pintado.
La asunción al poder del segundo presidente surgido de las filas del PAN fue traumática y con el consabido conflicto postelectoral que afectó la vida de los habitantes del Distrito Federal y que concluyó con la instalación de un gobierno en la sombra con un presidente autodenominado ‘legítimo’ y quien, desde entonces, no ha parado en su proselitismo político a fin de llegar fortalecido para la contienda presidencial del ya no tan lejano año del 2012.
Lo mas preocupante del cambio de mando presidencial en el 2006 fue sin duda el anuncio que hizo el presidente Calderón de llevar ‘hasta sus últimas consecuencias’ la guerra contra el crimen organizado y particularmente contra los narcotraficantes, a quienes acusó, no solo de pretender consolidar a México como un gran mercado para las venta y trasiego de las drogas, sino también el de cooptar a mandos policíacos, dirigentes políticos y autoridades de los tres niveles de gobierno, a fin de obtener una amplia red de protección e influencia en el ámbito político.
Los resultados de esta guerra contra los narcotraficantes ha producido miles de actos violentos a lo largo y ancho del país y se han tenido que realizar operativos de consideración en donde se han visto involucrados mandos medios y altos de las corporaciones policíacas federales, estatales y municipales y se han detenido a autoridades en funciones por su abierta o encubierta relación con los capos de las drogas.
La violencia ha sido el distintivo en este gobierno federal y hasta ha provocado que se alcen voces solicitando que el gobierno pacte con los narcotraficantes y que se realicen los mecanismos que han funcionado en otras naciones para evitar continuar con el baño de sangre que no solo han derramado los delincuentes sino también policías que los combaten y gente inocente que ha tenido la mala fortuna de estar en el lugar y la hora incorrecta cuando se registran los enfrentamientos.
Guerrero no ha escapado a esta situación caótica que vive el país y ha sido escenario de múltiples eventos violentos y trágicos. Esta entidad, además de ser un polo de atracción turística internacional (aunque no lo quiera reconocer el titular de la Sectur, Rodolfo Elizondo) es un territorio donde se siembran drogas como la mariguana y la amapola de donde se produce la heroína y el opio que tiene gran demanda en los Estados Unidos.
También es Guerrero una entidad donde la pobreza hace factible que los habitantes de lugares remotos, donde se siembran estas drogas, se presten a dar el servicio a los capos y con ello obtener recursos económicos que en otras situaciones no los obtendrían.
Es, como se dice, la pobreza, un caldo de cultivo para tener mano de obra barata, siembra clandestina de drogas, sicarios o guerrilleros.
Este escenario es poco factible que se cambie de la noche a la mañana, sobre todo cuando tenemos en puerta una serie de alzas en el pago de impuestos y con ello una escalada de precios, no solo a los productos que conforman la canasta básica y que consumen los 80 millones de pobres en este país, sino de otros productos denominados suntuarios y que se presume solo consumen la gente con alto poder adquisitivo.
Por lo tanto, lo único que nos queda a los mexicanos de ‘a pié’, es encomendarnos para que todo salga bien y que este naciente año del 2010 sea mejor para todos.
No hace falta pedir milagros a los Santos Reyes el próximo 6 de Enero, sino que debemos pedir que las autoridades actúen en forma diferente, que sea mas solidarios con los que menos tienen y que incrementen su vigilancia para sancionar a quienes no solo abusan en sus actividades legales sino en quienes formando parte de las delincuencias común y organizada sean detenido y castigados en forma ejemplar a fin de frenar la escalada de violencia que amenaza seriamente la paz social.
¡LO MEJOR PARA EL 2010¡
Periodista y Analista Político*

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