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Arturo Parra Ochoa
Es cierto, México se ha convertido en el país más peligroso de América para el ejercicio periodístico, a raíz de la guerra declarada por Felipe Calderón al narco y a la delincuencia organizada, y Acapulco es una de las ciudades más riesgosas para los representantes de medios de comunicación.
Según el relator especial de la ONU para la Promoción y Protección del Derecho a la Libertad de Opinión y de Expresión, Frank La Rue, del año 2000 a la fecha se han documentado 69 muertes de periodistas y 14 desapariciones, entre ellos el compañero Marco Antonio López Ortiz, del periódico Novedades de Acapulco.
Y en medio de esta ola de crímenes, secuestros, ejecuciones y balaceras por las calles de la ciudad, es importante que los medios implementen sus protocolos de seguridad, como ya lo han hecho algunos que incluso dejaron de cubrir la nota policíaca por el riesgo que corrían sus reporteros, o los que se autocensuran omitiendo el crédito de los reporteros, o que los protegen rehaciéndoles sus notas cuando se comprometen con algunos datos.
Porque del gobierno no pueden esperar mucho, para salvaguardar y garantizar la labor de los periodistas en este ambiente de violencia, pues no frena la delincuencia ni ofrece seguridad a la ciudadanía; por el contrario, las autoridades responsables no dan una en las investigaciones de tantas muertes y secuestros, alentando el clima de impunidad.
En el Norte de México ya los usan
No debe alarmar la recomendación a los medios de comunicación para que adopten sus propias medidas de seguridad, como ya lo hicieron en el norte del país, caso concreto Chihuahua, donde diversas asociaciones de periodistas con el respaldo de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos aprobaron en agosto del año pasado un protocolo de seguridad para los comunicadores, que contempla el uso de chalecos antibalas para salvaguardar la vida de quienes cubren la fuente policiaca, particularmente.
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Ese manual de procedimientos recomienda, además, el uso de casco, prohíbe acercarse a una escena del crimen antes de que arriben las fuerzas del orden, sugiere estacionar el vehículo en un lugar cercano para retirarse rápido, a menos de 20 metros del lugar, y llevar mapas de la ciudad, entre otras acciones.
Antes, el tres de mayo de 2010, en el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa, la organización no gubernamental Article 19 presentó en la Cámara de Diputados federal la guía “Prevenir para después informar”, dirigida a periodistas destinados en “zonas de riesgo” de este país, que incluye recomendaciones como “evaluar la necesidad de utilizar casco y chaleco antibalas”.
El documento se divide en capítulos que hacen sugerencias desde cómo reaccionar ante amenazas telefónicas o durante un secuestro, hasta algunos conceptos generales sobre el estrés postraumático.
Para la cobertura de manifestaciones en la calle o de lugares donde se producen tiroteos, plantea “el uso de casco y chaleco antibalas”, además de contar con un “kit” de primeros auxilios personales.
La guía de Article 19 precisa que ciertas medidas de seguridad en el ejercicio del periodismo “no son sinónimo de autocensura”, y añade que el rechazo a cumplir un trabajo en condiciones inseguras “no es falta de ética ni de compromiso laboral”.
Algunas medidas de seguridad
Para llamadas de amenazas, recomienda no entrar en pánico y transcribir los detalles de la llamada para denunciarla de inmediato. Es también recomendable “descolgar el teléfono varias horas” o evitar escuchar estas amenazas, “fingiendo que no se oye bien”, y no dar su nombre cuando le pregunten.
Cuando existe posibilidad de secuestro, las rutinas son peligrosas y hay que cambiarlas continuamente, afirma la guía, que recuerda que “varios periodistas y fotógrafos mexicanos fueron asesinados cuando comían en la calle o dejaban a sus hijos en la escuela”.
No es conveniente hablar con extraños acerca de su trabajo. La familia o las costumbres son clave para evitar este tipo de riesgos. “Supuestos comensales de un restaurante, un vendedor que se excede en preguntas o una señora con bebé que pregunta por alguien en especial”, pueden ser lo que el documento califica como “sombras” o “cola”, personas que vigilan los movimientos de los periodistas.
Si el secuestro se produce finalmente, la guía “Prevenir para después informar” sugiere que la víctima no ofrezca resistencia y sea “lo más ambigua posible” en la información que facilite a sus plagiarios, además de tener presente que “las primeras horas son las más peligrosas”.
Cuando se trata con militares y policías, sostiene, debe mostrarse “respeto a la persona y su jerarquía” e identificarse, pero “no existe ninguna razón legal para entregarles pertenencias profesionales como celulares, grabadoras o cámaras”, refiere uno de los capítulos.
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Otro de sus apartados se centra en las mujeres reporteras, a las que aconseja, además de denunciar de inmediato cualquier agresión sexual y disponer de métodos de prevención del embarazo, “vestir de forma sencilla y cómoda”, y “no permitir que la distancia con los entrevistados se aleje de los cauces fuente-periodista”.
Finalmente, este paquete abultado de recomendaciones, que son sólo eso, recomendaciones que los periodistas pueden asumirlas de forma voluntaria, ofrece información sobre cómo afrontar situaciones profesionales críticas o de riesgo. Por ejemplo, advierte que “imágenes, sonidos y olores registrados a lo largo de la situación, formarán recuerdos que pueden volver con el tiempo”.
Una necesidad inminente, opinan
De acuerdo con Luis Ernesto Lozano, editor del diario El Siglo, que se publica en Durango, varias de esas medidas no son nuevas para los miembros de su redacción, pues desde que comenzaron los amedrentamientos y los primeros asesinatos contra el personal de prensa en aquella región, los redactores han maximizado las precauciones para realizar su trabajo.
“Es una necesidad inminente, pero no es algo que queramos hacer”, reconoce Lozano, quien, refiriéndose al chaleco antibalas y el casco, asegura que no brindan la protección ni seguridad necesarias. “Las medidas de seguridad que estamos implementando van más allá de colocarnos algún caparazón para protegernos de las balas de los delincuentes”, declaró a Fernando Cabrera, de la holandesa Radio Nederland.
Una de las medidas de seguridad que tomó la redacción de El Siglo, fue evaluar bien la información y determinar si lo que se va a difundir puede significar riesgo alguno para el periodista. “Entonces se opta por no colocar el nombre del autor al pie del artículo en cuestión. En el caso de los reporteros, estudiamos muy a detalle qué notas se firman con el nombre del reportero y cuáles se atribuyen al periódico.”
También se ha decidido cambiar las rutas de traslado desde el domicilio de los reporteros al centro de trabajo y viceversa. “Tratamos de salir de la redacción siempre acompañados y observar detenidamente la calle una vez que salimos o cuando llegamos a algún lugar”. En resumen, los periodistas de, en este caso El Siglo de Durango, están obligados a tomar precauciones que hace cuatro o cinco años eran impensables y totalmente innecesarias.
Lamentablemente, dijo Lozano en la entrevista, las medidas de seguridad y el temor que, naturalmente después de todas esas muertes, invade a los hombres y mujeres de la prensa mexicana, tienen inevitables consecuencias para la calidad de la información. “Incluso nos vemos obligados a la mesura, al momento de cuestionar a las autoridades”.
Ponen en práctica la autocensura
En ese sentido, la autocensura es algo que en México ya se practica desde hace varios años, independientemente de los temas que se estén tratando en el momento. “Hoy ocurre eso con mayor frecuencia”, corrobora Lozano, “y cada vez nos hemos vuelto mucho más analíticos ante la autocensura personal y ante la autocensura editorial. Cualquier cosa que tenga relación con la delincuencia, prácticamente se tiene que analizar muy detalladamente con el consejo editorial, porque no sabemos el riesgo que puede implicar.”
Para el relator de la ONU, Frank La Rué, es necesario crear un mecanismo de protección para periodistas, el cual “debe ser implementado a través de un comité oficial e interinstitucional de alto nivel; liderado por una autoridad federal; con capacidad de coordinación entre las diversas autoridades y órdenes de gobierno; dotado con recursos propios y suficientes, con la participación de periodistas y organizaciones de la sociedad civil en su diseño, funcionamiento y evaluación”.
Asimismo, recomienda fortalecer a la Fiscalía Especial para la Atención a Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, de la Procuraduría General de la República, y a las procuradurías estatales.
En el caso de Chihuahua, las asociaciones de periodistas que con la intermediación de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos aprobaron un protocolo de seguridad para los comunicadores, discutieron previamente el asunto en mesas de análisis y propuestas de donde se elaboró una guía de procedimientos a seguir por parte de reporteros, funcionarios de gobierno y la policía, en casos de amenazas, desastres, siniestros y entrevistas en la calle, con el fin de dar facilidades a la prensa en la cobertura de los hechos, al mismo tiempo que se les proteja.
Para integrar dicho documento, realizaron siete sesiones de discusión y análisis que contiene las recomendaciones y procedimientos que se deben seguir en acciones de alto riesgo, para lo cual se tomó como base el protocolo que se sigue en Colombia.
En el ámbito mundial, los periodistas que cubren conflictos bélicos, los corresponsales de guerra, ya sea luchas intestinas, de baja intensidad, ideológicas y religiosas, de guerrilla, contra y entre narcotraficantes, tradicionalmente se cubren y cumplen con las medidas de seguridad y protección recomendadas, además de que reciben el auxilio y apoyo de organizaciones como la Unesco, la Cruz Roja y la ONU.
Por citar un caso, en el contexto de la crisis de Gaza, con el fin de responder a la inquietud por la seguridad y protección de los profesionales de medios de comunicación palestinos, la Unesco hizo donaciones de chalecos antibalas y cascos a periodistas y agrupaciones de medios de comunicación de Gaza.
Asimismo, obtuvieron fondos extrapresupuestarios de Finlandia (500.000 euros) para un proyecto destinado a proteger al personal de los medios de información, sobre todo en Gaza, básicamente impartiendo formación sobre seguridad, estableciendo una red de apoyo a los periodistas palestinos, y creando oportunidades de empleo y perspectivas de carrera para las profesionales de los medios.
En Acapulco se inició ya el debate
Ubicándonos ya en el puerto de Acapulco, acaba de surgir la idea de que los reporteros que cubren operativos policiacos deben utilizar chalecos antibalas, para su protección. En un principio se dijo que fue idea de Miguel Ángel Hernández Albarrán, nuevo jefe de la policía municipal, pero éste lo desmintió en una entrevista con Ciro Gómez Leyva, de Radiofórmula.
En un reportaje de Paola H. Luz, en Televisa Acapulco pudieron verse imágenes de algunos periodistas portando chalecos con la leyenda trasera “Policía Municipal”, que ciertamente en lugar de protegerlos los pone en mayor riesgo, porque así se convierten en blanco fácil de los caza policías.
No hay que desechar la medida, es acertada sobre todo para aquellos que cubren eventos donde puede haber disparos de armas de fuego, pero lo recomendable es que estas vestimentas de protección traigan la leyenda “Prensa”, o de plano usarlas muy discretamente, debajo de la ropa, por aquello de que algunos periodistas como tales también son perseguidos.
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Además, el chaleco antibalas como instrumento ya obligado de trabajo para los reporteros que cubren eventos de alto riesgo, y que tienen un valor en el mercado superior a los 500 dólares, debe proporcionarlo la empresa periodística, no precisamente el gobierno.
Y como bien lo señala la periodista de Chilpancingo, Magda Esparza, los reporteros en situación de riesgo deberían ser incluidos en cursos sobre protocolos de seguridad en escenas de crimen, como los que imparten a los socorristas de la Cruz Roja y paramédicos de Protección Civil, por ejemplo, “porque hay cada compañerito que se creen a prueba de balas”, afirma.
Lo que dicen en las redes sociales
El tema abrió un debate entre periodistas de Acapulco, a través del Facebook, una de las redes sociales más concurridas, dentro de la página “Ni un periodista más”:
“Inconcebible la declaración de un desfasado, al manifestar que los reporteros habrán de usar chaleco antibalas, en el desempeño de su función. La frase: "No al chaleco, si al seguro de vida"" ¿Qué empresa mantiene entre sus clausulas que de ser muerto el reportero en el ejercicio de su desempeño, se le pagara tal cantidad por seguro de vida de alta peligrosidad? y ¿si este es de un valor económico bondadoso para los familiares. Torpe el que se ponga el chaleco. Pero además esto demuestra que la guerra, no va para feliz termino, sino que se acrecenta, sin que la autoridad municipal haga su trabajo. Ahora si, no tan solo manda a la guerra a sus policias y agentes viales, sino hasta a los reporteros, al rato los estudiantes de cualquier grado escolar, tendrán que usar chaleco antiibalas. Esta es la autoridad gubernamental que tenemos, llamense PRI, PAN, PRD, PVEM, Convergencia”, señala Jorge Luis Falcón Arévalo.
“Es lo más jodido que he escuchado de un funcionario que los reporteros van usar chalecos antibalas para dar el mensajee... heyyy aquí estoy disparenmee!! como el sr que hizo la declaración lleva como tres atentados en su contra yo creo no quiere sentirse solo en su persecución y quiere que más gente tenga ese temor... además el pleito es con ellos, entre el ampa y los propios policias y no con los periodistas..”, sentencia Cristina Sierra.
“Me parece que la información fue una volada y no es nada remoto que quienes cubren información de hechos de violencia entienden de que se trata. Pero obviamente quienes nunca han cubierto estos hechos no sabe y les parece una locura el uso de estos equipos me gustaria que le preguntaran a quienes todos los dias acuden a este tipo de coberturas. Incluso el manual de seguridad, refiere que la cobertura periodistica en zonas de alto riesgo es indispensable el uso de estos equipos, incluso los periodistas tienen la obligación de saber primeros auxilios, pero claro quienes no saben de esto opinan sin saber de lo que hablan. Y claro no existen los seguros de vida, y para no arriesgar la integridad lo mejor es qedarse en casa.”, añade Javier Trujillo.
“Para su información, el uso de chalecos para reporteros de nota roja fue una propuesta discutida en un foro internacional que se llamó "Como generar información de calidad en un contexto de alto riesgo" y vino de experimentados reporteros que ha cubierto eventos de riesgo. y no solo chalecos, por ejemplo se recomienda llevar una botella de agua, un pañuelo de tela, entre otras que no recuerdo y el asunto se retopma en el libro Mapa de riesgos para periodistas. Despierten. México ya vive en estado de Guerra de baja intensidad. eso es una medida mínima de protección”, rubrica Julio Zenón Flores.
Luego agrega: “LO QUE DICE TRUJILLO ES CIERTO. No se si sea cierto o no que Miguel Hernández haya propuesto que los reporteros de nota roja usen chalecos antibalas, quien lo haya mencionado es lo de menos, lo importante es QUE SI es necesario portarlos, claro que sería un disparate que llevaran la leyenda de la policía, deberían decir PRENSA. En lo personal lo he comentado con mis compañeros del periódico, de la roja, que pidan a sus jefes directos ese instrumento de protección y no sólo eso. Que usen las pequeñas mochilas con un bote de agua y un pañuelo de tela (pueden ser útiles en caso de que se usen gases lacrimógenos o en incendios por el humo), que les den cursos de primeros auxilios y adiestramiento de donde y como protegerse en caso de balacera. Que sepan por ejemplo que un auto no te proteje de las balas, a menos que sea la parte del motor, que sepan nunca deben protegerse del mismo lado que esté una de las partes del conflicto, porque lo pueden confundir. LOS COMPAÑEROS EXPONEN LA VIDA TODOS LOS DIAS. MÁS CUANDO LES TOCA ESTAR EN LOS ENFRENTAMIENTOS COMO LE PASO A MARCOS EN LA GARITA. LOS COMPAÑEROS PERIODISTAS DEBEN DEJAR LA POLITIQUERÍA PORQUE LO QUE VEO QUE CRITICAN ES SÓLO PORQUE LO DIJO UN PRIISTA. Los pleitos políticos no son de nosotros los periodistas, eso dejenlo a ellos, los políticos.”
Por su lado, Carlos Ortiz Moreno escribió: “Más allá de ponernos como verduleras a defender o a denostar esa estupidez de usar chalecos, deberíamos de pensar en la auténtica protección laboral a quienes trabajan en los periódicos... Todos sabemos que las empresas periodísticas explotan a sus trabajadores y son contadas las que, para empezar, pagan el salario mínimo profesional que están obligadas.. Cuando un empleado de periódico, sea reportero o no, lo único que obtiene la familia es una esquela que sirve para maldita la cosa... Deberíamos de ponernos a pensar que todos vamos para viejos, sin agraviar ehh???...”
“Me parece muy importante la discusión de este asunto, de donde sea que haya venido la propuesta. Es cierto, el chaleco no garantiza levantones y sí deja en visibilidad y susceptible a los reporteros; pero por otra parte, en situaciones concretas como las balaceras de La Garita o de Caleta, la verdad sí hay una diferencia entre portar o no algún tipo de protección. Lo que no parece viable es que ésta tenga que darla la autoridad, sino las empresas quienes deben preocuparse por la seguridad de sus trabajadores, y nosotros debemos empujara para que lo hagan, porque de manera individual y voluntaria no lo van a hacer. Definitivamente ningún chaleco para reporteros debería decir POLICÍA, y quién sabe si también deba decir PRENSA. Pero hay un asunto más importante que todo esto, y es lo que dice Zenón: hay que empezar a discutir sobre protocolos de seguridad, en general, donde se incluyan o no chalecos u otras medidas, desde capacitación para primeros auxilios e inclusive hasta orientación psicológica. Eso ya se ha hecho en otros países con conflictos similares y se hace en algunos lugares de México. Me parece que es bueno reflexionar sobre ello”, comenta Roberto Ramírez Bravo.
Esto dará todavía mucho de qué hablar y escribir, pero ojalá que pronto se tomen las decisiones requeridas.
Mientras tanto, podrían ver los siguientes portales de Internet donde se ofrecen estas herramientas de protección no solamente para militares y policías, sino también para periodistas y médicos:
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